Son
apenas 30 años de vida terrenal y tan
sólo siete fueron suficientes para
defender y enriquecer la gaita. Venezuela
parece condenada a perder glorias amadas cuando
menos se lo espera, el pueblo se siente condenado
al llanto prematuro, pero no se rinde y las
perpetúa en su insobornable memoria.
El nombre de Ricardo Aguirre, el Monumental,
precede y antecede al de una pléyade
de poetas, autores populares y defensores
del pueblo, que con sus muertes prematuras
entristecieron la patria: Antonio José
de Sucre, Pío Tamayo, Cruz Salmerón
Acosta, Aquiles Nazoa, Alí Primera,
Ricardo Aguirre...!
Pero
no es para hablar de la muerte que se cita
el andar terreno y la huella de un poeta del
pueblo, un poeta del pueblo convoca a la vida.
Ricardo
Aguirre vino a la vida para sembrar alegría,
y así fue, cuando el 9 de mayo de 1939,
niño enmantillado, ve la luz por vez
primera e ilumina los rostros de Ida Cira
González de Aguirre y Luís Ángel
Aguirre. Predestinado a servir a su pueblo,
del pueblo proviene y no podía ser
sino el recordado y maltratado Empedrao el
barrio que lo vio nacer. Maracaibero de Santa
Lucía, de las más pura estirpe
gaitera, hijo de barrio populoso, Ricardo
Aguirre es el elegido para dar definitiva
carta de excelencia y ciudadanía nacional,
al aire musical que más alegra la navidad
Venezolana, La Gaita!.
La
preparación magisterial también
comienza a acerar al intelectual y líder
popular, ya se vislumbra al gran cantautor,
sus primeras gaitas revelan mucho de su contextura
popular. Agradecida dedicación a la
escuela que le dio luz profesional, apego
raigal al género al que dará
lustre, demostrado en el uso de la música
de una gaita antigua para su primera composición
y abnegado respeto por sus ancestros gaiteros
representados en sus abuelos. “A mis
padres los dormían con gaitas”,
repetía con orgullo.
Ricardo a los
12 años |
Nacido
para enseñar con su canto y con
su gesta, crecido en la dictadura, se
formó en dos de las profesiones
en las que más recurre el pueblo,
el magisterio y el canto popular. “Ricardito”,
apelativo que le dan su madre y otros
mayores, conocerá las penurias
a las que se condena a los humildes,
en los regímenes de injusticia.
Pero no se amilana y conquista su primera
gran meta, en 1958, año de la
caída de Pérez Jiménez,
se reside de maestro, la Escuela Normal
Nacional, Gervacio Rubio, en Rubio,
en el Estado Táchira, es el escenario
de su tránsito hacia la coronación
profesional. Pronto el nombre de “Ricardito”
dará paso al de “El Monumental”. |
En
una de sus composiciones iniciales da fe de
lo dicho y de su indeclinable vocación
gaitera: “Soy gaitero por herencia,
porque Mamá fue gaitera y Papá
fue de primera cantando era una eminencia”
La
sencillez del hombre del pueblo no se riñe
con la vocación rebelde que ha distinguido
a nuestros más destacados valores populares.
Ricardo Aguirre fue un maestro querido y respetado
por sus discípulos, pero es la profesión
de maestro y la vocación de vocero
popular, dura para los gobiernos, que aunque
no sordos se tapan los oídos y que
aunque no ciegos pretenden no ver.
Desempleando
al maestro quisieron callar al cantor, pero
la actitud indoblegable y la irreductible
vocación popular, fueron clase magistral
que supo escuchar el pueblo. Las gaitas que
motivaron el acoso son hoy himnos populares
de dimensión nacional.
Corrían
los dos primeros períodos de la etapa
democrática iniciada en 1958, fueron
años de chantaje no aceptado. Ricardo
Aguirre, fiel a su cometido de creador por
y para el pueblo, sabía que éste
sabe escuchar lo que los gobernantes no oyen.
Teresita
Suárez, Maestra como él, fue
su compañera inseparable, su fiel esposa,
la madre de sus cuatro hijos, mujer del pueblo
que también fue víctima de las
persecuciones contra el Monumental y tampoco
se doblegó.
La
evocación de lo femenino siempre presente
en la poética de Ricardo Aguirre, la
perenne presencia de la madre, la ciudad natal
y su venerada patrona, no son más que
un sublime homenaje a la mujer, siempre presente
en el que hacer del cultor popular, como siempre
estuvo Teresita.
Si
a la compañera le llegó
la felicidad de 4 hijos, a su otra compañera,
la que le sirvió para amar más
a su esposa, la gaita, le legó
su auge contemporáneo, su nuevo
encausamiento por los derroteros de
protestas ante la injusticia, de reclamo
justo y de defensa y barricada popular
que la vienen a hacer.
Tocó
a Ricardo Aguirre en su corto transitar
gaitero, de tan sólo siete años,
poner sello personal a la gaita contemporánea,
sin descuido de sus orígenes
y con apego a las respetuosas innovaciones
que exigen el devenir a los creadores
que se saben de una tradición
y de un tiempo.
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Con los Cardenales
del Éxito |
Vocero
del pueblo, conocedor de lo popular en grado
supremo, supo imprimir a la gaita el sello
de la dignidad. Sí, cuando vio la luz
primera, la gaita era manifestación
familiar o doméstica de fiesta, pero
no de espectáculo, si cuando se le
llamó “Ricardito” era así,
cuando fue “El Monumental”, cuando
los nuevos tiempos exigieron mayor organización
a los conjuntos, cuando la del gaitero fue
profesión de espectáculo, Ricardo
Aguirre fiel a sus principios, irreductible,
no dio concesiones.
Innovó
en la gaita, la enriqueció, nunca se
aprovechó de ella, de ello da fe una
vida al servicio del pueblo, imborrable en
su memoria. Sus gaitas siempre presentes en
las gargantas gaiteras y su voz inconfundible,
inolvidable, imperecedera, acompañada
por sus conjuntos de siempre, Cardenales del
Éxito y Saladillo.
“La
gaita habla por su voz, pero cuando habla
por la voz de su pueblo, en la memoria y el
corazón de éste, le saluda...
Ricardo Aguirre Hermano Monumental”.
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El texto anterior se inspira en los libros,
“Ricardo Aguirre, Voz y mito de la Gaita”
y “Ricardo Aguirre El Monumental”,
del poeta y amigo Miguel Ordoñez, a
quien expreso perenne agradecimiento por haber
puesto en mis manos estas excelentes publicaciones.
También
brindo mi gratitud a mi hermano y camarada
de tantas actividades audiovisuales en la
Universidad Nacional Abierta (UNA), el profesor
Xavier Sarabia Mariche, quien con honda sensibilidad
supo entender mi pedimento y realizó
este guión, plasmando e interpretando,
con su pluma poética, todo un conjunto
de ideas y conceptos, que hacen de la previa
escritura, una pequeña obra literaria.
A
mi amigo y compadre Porfiro Torres, quien
prestó su insólita y universal
voz, junto a su buena voluntad, para la realización
del micro programa
“Con
todos ellos mantendré un infinito agradecimiento”.
Héctor
"Pomponio" Márquez
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